De mí, para mí
Querido Fer,
Lo hiciste bien.
Amaste con el corazón abierto, fuiste honesto, entregado, valiente. No te guardaste lo bonito, ni lo tierno, ni lo profundo. Apostaste por el amor, no por el miedo. Y eso ya dice todo de ti.
No fuiste perfecto, claro que no, pero fuiste auténtico. Mostraste tus emociones cuando muchos habrían huido. Escribiste cartas cuando el mundo solo manda stickers. Diste pasos hacia el otro con la esperanza de construir algo que valiera la pena… y eso no es un error. Eso es coraje emocional.
Te tocó amar a alguien que no estaba lista. Que no supo recibirte, ni cuidarte, ni sostener ese nivel de verdad que tú ofrecías. Y aunque dolió, supiste irte. Supiste decir: "esto no es suficiente para mí", aún con el corazón en la mano. Supiste cuidarte cuando ella no pudo hacerlo.
Eso no te hace débil. Te hace libre.
Hoy cierras este capítulo no porque no hayas amado, sino porque te eliges a ti. Porque mereces un amor que no grite cuando hablas desde la emoción, que no huya cuando te muestras vulnerable, que no ridiculice tu ternura ni te haga dudar de tu valor.
Y sí, duele. Porque los que aman con profundidad sienten el doble. Pero también sanan distinto. Y tú, Fer, has estado sanando. Lo haces cada vez que pones un límite. Cada vez que no respondes a una señal confusa. Cada vez que te recuerdas: “yo ya no estoy para mendigar claridad.”
Esta carta no es un adiós a ella.
Es un hola a ti mismo, a quien eres ahora:
más fuerte, más consciente, más tú.
Gracias por no dejarte ir.
Gracias por no olvidarte en el proceso de amar.
Y gracias por seguir creyendo que el amor —el de verdad—
sí existe, y sí te merece.
Con todo mi amor,
Fer ✨
